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Jorge Malla Valle (Madrid, 1969) está ya lejos de aquel rockero adolescente, flequillo despeinado de estudio y estilo chuleta al que casi no le dejaban entrar en los garitos por ese rostro imberbe que -subido a un escenario- se despedía del padre pidiéndole «un poco de dinero más». En aquel entonces, fue conocido como el cantante de ‘Los Ronaldos’. Después, colaboró con ‘Los Rodríguez’. Luego ya fue solo Coque Malla. A secas. Un músico, actor, cantante y compositor de aquella generación bisagra entre los últimos coletazos de la movida y el estallido del 'indie'. La suya, una carrera larga y macerada, trufada de colaboraciones de alto nivel, será la carta de presentación con la que este sábado el madrileño recalará en Valladolid con ‘Mi nombre es Coque Malla’: un espectáculo musicoteatral que combina las dos facetas del artista y repasa, con su habitual cadencia poética, los hitos de su vida artística.

Presenta un espectáculo en el que repasa su trayectoria vital y profesional a través de las canciones que han marcado su historia, por lo que la primera pregunta es obligada, ¿Cuál es el trabajo que mayor impacto le ha causado a nivel personal?

Es muy difícil concretar eso. No sirve para mucho analizar cuál es el trabajo que más te ha marcado, no lo sé. Los discos y las canciones son resultados de tus vivencias y éstas van evolucionando, van cambiando. Vas avanzando y no te paras a pensar en eso. No le veo ningún sentido. Tengo que dedicar mucha energía para pensar en espectáculos nuevos, giras nuevas, discos nuevos, proyectos nuevos, como para parar a pensar cuál cómo me han afectado.

No obstante, ¿hay alguna canción que, en su momento, aborreciese de tanto tocarla y hoy la haya recuperado con otra mirada?

No, no me cansan las canciones. Siempre hay una manera diferente de tocarlas, las posibilidades de la música son infinitas y lo divertido y lo apasionante de subirse al escenario es eso. Una de las cosas más importantes es buscar cuál es la manera diferente de tocarlas. Y eso hace que no te canses. A mí no me cansa.

Una de las ideas fuerza de su álbum recopilatorio, 'El Astronauta Gigante', es la del recorrido vital y el concepto de que «sólo se vive una vez» que es, además, el título de su nuevo single. Usted comenzó su viaje muy joven, adolescente, con Los Ronaldos en el 84, luego colaboraste con Los Rodríguez, después en solitario. Si echase la vista atrás, ¿qué le diría a ese músico precoz?

Esta es una pregunta que me cuesta mucho responder, creo que es porque soy muy poco de echar la vista atrás. Hay veces que es interesante hacer una recopilación del trabajo que has hecho hasta el momento, empaquetarlo y entregárselo a la gente como una especie de regalo. Pero yo, personalmente, estoy muy centrado en el presente y, quizás ingenuamente, en el futuro.

¿Qué ha supuesto a lo largo de su vida alcanzar un éxito tan grande siendo tan joven? ¿Cómo le ha marcado?

Las consecuencias siempre son difíciles de evaluar. Las ha habido, claro, y algunas han sido negativas, pero con lo que me quedo es con que desde muy joven tuve claro a qué quería dedicar mi vida. Eso es lo mejor que te puede pasar en la vida; encontrarle el sentido.

A veces me dicen que si no me perdí cosas de mi juventud por empezar adolescente, pero yo casi lo interpreto como que, más bien, me libré de muchas cosas propias de la pubertad y que son muy duras. Yo me las quité de encima porque a los quince años ya era un profesional y sabía lo que quería hacer con mi vida y tenía una pasión. Además, viví algo muy divertido: con quince años no me convertí en un profesional de la mina, que debe ser durísimo, me convertí en un profesional del rocanrol. Me lo pasé como un enano con mis compañeros de grupo.

¿Y la fama? ¿Cómo ha evolucionado su relación con ella desde ese boom inicial hasta este momento donde ya casi es un músico de culto?

La verdad es que la fama me importa un carajo, lo importante es el oficio de músico. Pasé un tiempo muy largo siendo muy famoso pero sin vender una sola entrada en los conciertos. Ahora es al revés. Voy por la calle tranquilamente sin que me conozca nadie, pero los conciertos se llenan. Eso es lo mejor y me permite dedicarme a mi profesión, a escribir canciones y a tocar, que es lo que más me gusta.

Hijo de artistas (el director teatral Gerardo Malla y la actriz Amparo Valle), con ‘Mi nombre es Coque Malla’ pretende ir más allá de lo meramente musical y lo combina con un montaje teatral, ¿cuál fue el germen de este proyecto?

El germen ha sido, por un lado, el disco que presentamos, ‘El astronauta gigante’, que es una biografía discográfica. Y, por otro, la necesidad de plantearme un reto escénico. Llevo muchos años siguiendo un patrón para desarrollar una gira que es, con ligeras variaciones, la misma. Y aunque me encanta, no supone un gran reto. Esto es otra cosa, es mucho más complejo. Un montaje teatral con todas las reglas escénicas y toda su dificultad. Algo que no he hecho nunca y me supone un desafío muy grande. Entonces, esta necesidad acompañada del hecho de que estábamos presentando el álbum, hizo que me entraran ganas de hacer un espectáculo autobiográfico donde yo pudiese repasar todas las épocas y las canciones clave de éstas. Y, además, contar el proceso vital que ha llevado a estas canciones. Creo que esto hará que el público las entienda de manera más profunda.

Esta representación podrá verse solo en diez ciudades, en recintos seleccionados y para aforos muy reducidos. Ha elegido dos ciudades de Castilla y León, Zamora primero y este sábado Valladolid. ¿Por qué? ¿Cuál ha sido su criterio para elegir estos destinos y no otros? ¿Cómo se presenta Valladolid como escenario?

A veces no es una elección totalmente personal y dirigida, muchas veces es una cuestión de agenda nuestra, de los teatros y logística. Este montaje en concreto necesita ciertas condiciones escénicas técnicas que no todos los teatros cumplen. Así que hemos ido armando la gira pensando que queremos ir a ciudades y plazas importantes pero, al mismo tiempo, necesitábamos que tuvieran teatros que cumpliesen las condiciones y no fueran muy grandes, porque la intimidad del espectáculo es preferible desarrollarla en un teatro mediano. Todos estos condicionantes han ido conformando la gira. Pero, vamos, estoy feliz de ir a Valladolid, que es un lugar donde he dado conciertos maravillosos.

Para terminar, regresemos al nombre del Álbum. No es la primera vez que se autodenomina “astronauta”. Ya lo hizo con su ‘Soy un astronauta más’ en 1999, ¿De dónde viene esa fijación? ¿Cuál es el subtexto?

David Bowie. Cuando hice el primer disco había una gran influencia existencial de Bowie, yo era muy fan desde hace años y, en esa época, todo el mundo existencial que él plantea -sobre todo en ‘Space Odity’- me tenía muy obsesionado e influenciado. También, y esto influyó para esa figura del astronauta que dio título al disco, la canción con la que abría (‘La mujer sin llave’) mencionaba al astronauta y aludía a una situación muy especial, me acababa de separar de Los Ronaldos. En aquel momento me sentía astronauta perdido en el espacio buscando su nave. Y, ahora, lo que presento es un resumen de dos discos que han sido clave, el del 99 y ‘La hora de los gigantes’ (2009). La mezcla de las imágenes me pareció muy atractiva.

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