Una estrecha carretera nos lleva hasta la Base Naval de Rota (Cádiz). Rodeando sus más de 2.000 hectáreas, una doble valla de alambre se extiende hasta donde alcanza la vista. Sobre ella, carteles que advierten del peligro de zona electrificada. Detrás, un campo árido, con algunas pinceladas de vegetación. Nada hace pensar que dentro se extiende una pequeña ciudad con todo tipo de servicios.

Hace casi 70 años que la base se asienta en la población gaditana de Rota, uniendo dos mundos y dos culturas: la estadounidense y la española. El ruido de los aviones militares convive con el inglés y el acento andaluz. La hurta a la roteña y el arranque con las pizzas y hamburguesas que se sirven en los negocios del pueblo.

La de Rota es una base española de uso compartido por la marina española y la norteamericana. Entre las dos administraciones trabajan alrededor de 9.500 personas, a partes casi iguales. Aunque de los 4.700 efectivos de la administración americana, unos mil cien son españoles civiles contratados por la marina americana.

A ello, hay que sumar una población flotante de unas 4.000 personas diariamente vienen a trabajar como empleados en los diversos contratos de mantenimiento de buques, de edificios, de vías pecuarias, electricidad e infraestructuras de todo tipo dentro de la base.

A la Oficina Welcome to Rota, creada por el ayuntamiento para atender la llegada de personal norteamericano, les espera faena tras el anuncio realizado este martes por el presidente de EEUU, Joe Biden. A los cuatro buques que había en la instalación militar habrá que sumar otros dos, lo que supondrá una mayor presencia de militares y civiles en este enclave, marcado desde hace casi 70 años por la presencia de los marines.

Los americanos destinados en Rota, llegan por un periodo mínimo de dos años, por lo que vienen acompañados de sus familias. “Los asesoramos sobre cómo empadronarse o cómo matricular a los niños en los colegios”, explican a NIUS desde la oficina. La base es, desde hace unos años, el destino favorito de los jóvenes oficiales del último curso de la Marina de Estados Unidos. Un enclave privilegiado por el clima y la gastronomía, con un índice de criminalidad bajo, sin ningún incidente terrorista reseñable en los últimos veinte años.

Prueba de ello es que más de la mitad de los estadounidenses que trabajan en la base, viven fuera de ella. En Rota y el Puerto de Santa María, especialmente. Los que habitan dentro cuentan con todo tipo de servicios: centros educativos, hospital, supermercados, tiendas, restaurantes, iglesias, campos de gol y hasta un aeropuerto que registra 300 vuelos al mes.

El ataque a las Torres gemelas hace veinte años y la reciente pandemia son dos de los momentos históricos que han marcado la vida en la base, cambiando la forma de encarar su seguridad, al igual que ha ocurrido en aeropuertos, estaciones de tren y otras instalaciones estratégicas.

"Hemos tenido que reforzar la seguridad en los accesos, en el puerto, que hay una barrera a raíz del 11-S para que no pueda entrar aquí libremente nadie y también los servicios de información, están reforzados. Tratamos de prevenir, que es lo mejor", apuntaba el Vicealmirante de la Base de Rota en una reciente entrevista en Canal Sur.